LOS MUÑEQUITOS

 

¿Os acordáis de la historia del hombrecito de miga de pan? En el cole contamos muchas veces este cuento y a los niños les encanta. Inspirados en sus simpáticas aventuras hoy llevamos hasta nuestra mesa de luz una actividad de experimentación relacionada con la estación que está a punto de abandonarnos: el otoño.

Todavía nos quedan muchas hojas de los árboles que durante estas semanas hemos guardado en clase. Junto a algunos niños y niñas, nos hemos acercado hasta la cocina y le hemos pedido a la cocinera –que tiene el gorro de chef más alto que jamás hayamos visto- que nos prestara unas bolsas de plástico transparente, de las que se usan para congelar alimentos.

De vuelta al aula, con una palmada hemos despertado a nuestra mesa de luz y los peques se han lanzado sobre ella para realizar una tarea muy divertida: introducir las hojas, una a una e intentando no romperlas, dentro de cada bolsita.

La luz de la mesa anima al grupo, que se divierte mirando cómo cambia el color de las hojas a través del plástico hasta que ya tienen tantas dentro de la bolsa que las hojas, todas juntas, sólo tienen un color: el negro. ¿Pero qué ha pasado ahora?, les preguntamos. Entre todos, intentamos descubrirlo.

Cuando ya no caben más cosas dentro de la bolsa, la última prueba de motricidad fina para nuestros exploradores. Con sus deditos tienen que apretar en el borde para activar  el cierre hermético y evitar que se escapen las hojas. ¡Si al hacerlo suena un ruidito es que lo hemos hecho bien!

Antes de acabar, jugamos un poco con la imaginación. Dejamos las bolsas sobre la mesa. Las tocamos poniendo las palmas sobre ellas. Son tan blanditas que parecen… un cojín, un colchón, una bolsa de patatas, un abrigo de plumas, e incluso una muñeca de trapo!

Dicho y hecho. Echamos un poco de pegamento sobre un folio y con los pinceles en un pis-pás nuestros artistas pegan  cabeza, brazos y piernas a las bolsitas que se han transformado en unos muñecos muy graciosos. No son de tela pero con los materiales que hemos usado podemos ver lo que tienen dentro. Estos gorditos rellenos de hojas son de todos los colores con los que la mesa se ilumina y, su interior, cambia de posición cada vez que los movemos.

LAS PIÑAS VOLADORAS

Caminando por el bosque hemos regresado con las manos llenas de piñas y, en los bolsillos, tantos piñones que se nos han acabado los dedos para contarlos.

Durante el paseo, vimos como caían las piñas al suelo haciendo mucho ruido y, rápidamente, se nos ocurrió que podíamos jugar a que en lugar de caerse, con un poquito de magia, las piñas podían salir volando como si fuesen una bandada de pájaros. Sólo necesitábamos la ayuda de nuestra mesa de luz.

En clase, le contamos nuestro secreto a la mesa, que se puso tan contenta que no paraba de cambiar de color. Cada niño escogió una piña, un pincel y un hoja de papel. ¿Adivináis lo que vamos a hacer?

Para empezar, amenizamos la sesión con una música de fondo. Pensamos en un instrumento que se hincha y se deshincha como un globo. ¡Aquí está nuestro el amigo el acordeón!

A continuación, animamos a los peques a que cubran por completo las piñas con pintura.. Hay varios colores en el centro de la mesa para que puedan mojar su pincel donde quieran y combinar los tonos como decidan. El pincel corre a toda velocidad sobre las superficie de nuestro objetos ‘voladores’, pero a veces se escurre y se cuela por dentro, así podemos iluminar también el interior de las piñas con alegres colores.

La pintura que cae sobre el folio de papel se convierte además en un pequeño cuadro donde se entretienen los pinceles al acabar esta actividad libre.

Para echar las piñas a volar seguro que habéis pensado en unas alas. ¡Pues os habéis equivocado! Es algo mucho más sencillo. Los niños sujetan sus ‘obras voladoras’ mientras les atamos en la punta un cordón de hilo. Las fijamos en el techo de la clase y, cuando después de comer nos tumbamos a descansar, las vemos bailar sobre nuestras cabezas y soñamos que incluso se escapan volando de la escuela.

EL CUADRO DEL OTOÑO

Nuestros pequeños exploradores se han enfrentado a un enorme reto: realizar el gran cuadro del otoño. Ayudados por la mesa de luz, la expresión plástica se convierte en una actividad inesperada. Y si encima utilizamos dos mesas y las cubrimos con materiales tan juguetones como el plástico de burbujas, la sorpresa es aún mayor.

¡Pinceles y rodillos, en formación! –ordena la profe-. ¡En marcha, colores del otoño!, continúa mientras se despliegan sobre las mesas los instrumentos para pintar y, por supuesto, el rojo, el amarillo, el marrón, el naranja y, por último, el verde, que cuando hace frío siempre es el más tardón y le cuesta salir fuera.

Cuando todos están listos, los niños y niñas empiezan a pintar. “Chop-chop”, dicen los que usan los pinceles. “Zas-zas”, contestan los que llevan el rodillo. No hay nada más divertido que imitar estos sonidos cuando cubrimos las burbujas de plástico, a las que la pintura se pega como si fuese un camino de piedrecitas.

 

Los alumnos se afanan con libertad en cubrir las partes de la mesa que más les apetecen, mientras de fondo les acompaña la melodía del ‘Otoño’ de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Los colores de las dos mesas aprovechan para bailar, acompañando a cada nota con un cambio de tono que transforma lo que hasta entonces estaba pintado.

Al acabar, esperamos a que el mural esté seco y, cuando vienen los padres a buscarnos a la salida del cole, les pedimos que nos ayuden a terminarlo. Tenemos castañas, bellotas, piñas y un montón de hojas secas que vamos a pegar con celo para que el cuadro sea en tres dimensiones.

La mesa vuelve a ponerse en marcha y, antes de que le dé tiempo a bostezar (porque hoy hemos trabajado mucho), los niños y sus papis han colocado todo los frutos del otoño.

No nos vamos a olvidar de este mural tan chulo que nos recuerda que aún quedan muchos días de esta estación tan colorida. Por eso, lo ponemos en la ventana de la clase. Como el plástico de burbujas es transparente, así también se puede ver desde la calle y lo disfruta todo aquel que pase.

HACEMOS UN MÓVIL DE HOJAS SECAS

Cerrad los ojos e imaginaos a qué suena el otoño. Puede sonar flojito, como las gotitas de lluvia que chocan contra el cristal de la ventana. O fuerte, cuando asamos castañas al fuego y hacen “crac-crac” al abrirse. Ahora trasladaos a un bosque y escuchad como suenan un montón de hojas crujiendo bajo nuestros pies.

Pedimos a los papás y las mamás que, junto a sus hijos, escogieran un elemento del otoño para traerlo al aula. Y nos llenamos de hojas y otros frutos de esta estación que pusimos a la entrada de la clase.

Cogimos un buen puñado de hojas de platanero y cuando encendimos la mesa… ¡Chantatatachán! Las hojas se pusieron de todos los colores. Ya no eran sólo naranjas o marrones. Volvieron a ser verdes e incluso rosas o moradas, como si estuviesen vestidas para una fiesta.

Sacamos los cuencos más divertidos de nuestro cole y las pusimos dentro. Los peques pudieron volver a oír el otoño, aplastándolas con sus deditos. Cada crujido era una carcajada de las hojas, que no aguantaban las cosquillas y se reían muy alto hasta que no podían más.

A continuación cubrimos la mesa de papel continúo, sacamos pinturas de colores y rodillos. Colocamos una hoja delante de cada niño para que la pintase entera con los colores de la estación, naranja y amarillo.

Tiramos del rabito y cuando la levantamos…. ¡sorpresa! Hemos dibujado la forma de la hoja sobre el papel sin darnos cuenta. Nuestros exploradores pueden ver cómo se pone de todos los colores encima de la mesa.

Aún nos queda lo mejor. Rellenamos el interior de nuestras hojas mágicas con los cachitos de sus ‘amigas’, las que tenían tantas cosquillas. Con un poco de pegamento vamos pegando con el dedo  los trocitos, trabajando la coordinación manual y la motricidad fina.

¡Es increíble! Cuando rellenamos toda la silueta nos damos cuenta de que cada pedazo se ha unido a otro para volver a formar una hoja grande. Y lo hemos conseguido nosotros solos, sin ayuda de la profe. Podemos volver a encender la mesa para verlas cambiar.

Al final del día, hacemos un mural con nuestros trabajos y luego las colgamos del techo del aula, formando un móvil de hojas que, además, bailan cuando el viento se cuela soplando por la ventana.

Don Arbolon

Don Arbolon es un árbol que vive en el patio de una preciosa escuela… ¿Queréis saber más?…
Os dejamos el vídeo para que lo disfrutéis
Gracias Bea por una historia tan preciosa…

Trabajamos el arte contemporáneo en la escuela como referente Joan Miró

El arte llevado a la educación infantil es el equivalente de la plástica, por ello creemos que es muy importante para nuestros pequeños el poder potenciar y crear sus propias obras de arte mediante las cuales puede expresar deseos, sentimientos e incluso emociones que mediante el lenguaje aun son complicadas.
El proyecto de arte fue un éxito para nuestros pequeños.


Con nuestro bebes dejamos las huellas de sus deditos en el universo de Miró…

Miró dijo… usare mis manos como herramienta para pintar… y eso mismo hicieron nuestros niños de un año…

Nuestros niños mayores de la clase de 2 años con sus manos y plastelina realizaron estas preciosas obras sobre el universo de Miró…

Y estas preciosas transparencias con las virutas de las ceras de colores…

Nos lo pasamos genial, aprendimos un monton y con todos los trabajos que hicimos …

Realizamos una exposición para los papas y mamas.

Gran trabajo realizado tanto nuestras profes como nuestros pequeños grandes tesorosssssss.

Contamos el cuento pequeño azul pequeño amarillo

Había un país de los colores… donde vivían la familia azul y la familia amarilla, todos los días mama azul y mama amarilla llevaban a sus pequeños a la escuela, allí lo pasaban genial los pequeños azul y amarillo, tenían un montón de amigos, la pequeña rosa, el pequeño rojo, los hermanos blanco y negro…
Durante todo el dia jugaban y aprendían, por la tarde papa azul y papa amarillo recogen a los pequeños azul y amarillo de la escuela.
Una tarde fueron al parque los papas azul y amarillo con los pequeños azul y amarillo… de pronto papa azul comienza a preocuparse pues no ve cerca a su pequeño azul ni  a pequeño amarillo… comenzaron a llamarles…¡¡¡PEQUEÑO AZUUUL!!! ¡¡¡PEQUEÑO AMARILLO!!!
Los dos pequeños azul y amarillo se habían dado un abrazo tan tan tan fuerte que sus colores habían desaparecido y entre los dos formaban un solo color… VERDE… los pequeños se acercaban a sus papas pero estos no les reconocían…
Pequeño azul y pequeño amarillo se asustaron tanto, tanto, tantísimo que comenzaron a llorar, sus lagrimas eran de dos colores…
¿Adivináis cuales eran?… Siiii lagrimas azules y amarillas….
Papa azul y papa amarillo les escucharon llorar y se dieron cuenta de que aquel pequeño verde eran sus dos hijos dándose un enorme abrazo…
La familia azul y la familia amarilla se pusieron muy contentos por encontrar a sus pequeños y  ademas descubrieron que si se querían y no peleaban podían hacer magia con los colores…
Y colorin colorado este cuento se ha acabado y con el nuestra mesa se ha apagado…

Este cuento es una adaptación del original pequeño azul pequeño amarillo, el objetivo principal de esta sesión es potenciar y estimular la imaginación y creatividad de nuestros niños.
Primeramente narramos el cuento sobre la mesa de luz con los materiales adecuados, una vez finalizado cubriremos nuestra mesa con papel continuo blanco, dejaremos de fondo en la mesa el color azul y les pediremos que con el color azul pinten a la familia de dicho color, después repetimos lo mismo con el amarillo, los niños van viendo como lo que habían pintado de azul al poner la mesa en amarillo se convertía en verde… algo fascinante…;). La sesión fue llevada a cabo en el aula de dos años, os dejamos unas fotos para que veáis como lo trabajamos.

La sesión es

¿Que es una mesa de luz?

Así nos presentamos en un congreso en la universidad Autónoma de Madrid, tuvimos una ponencia de 20 min, los alumnos de magisterio que acudieron quedaron impresionados y recibimos comentarios muy gratificantes, a todos ellos GRACIAS.

¡¡¡NOS PRESENTAMOS!!!

HOLA LECTOR:
Por fin, si por fin podemos saludaros y compartir de algún modo nuestra experiencia con todas aquellas personas que estén interesadas en nuestra historia…
Somos tres compañeros, Jorge, un 10 de persona en todos los aspectos, Bea, una fuente de experiencia, sabiduría y bondad mucha bondad, y yo María, un huracán de aire fresco y creatividad (así me describe la directora de la escuela donde trabajo).
Los tres coincidimos hace ya casi 4 años, en el instituto Leonardo Da Vinci, situado en el barrio de Aluche, donde casualmente residíamos los tres, nos matriculamos en el ciclo superior de Educación Infantil en turno vespertino y fue cuando nos conocimos, pasamos dos duros años de trabajos, exámenes, exposiciones, practicas… y cuando ya pensábamos que todo estaba a punto de terminar… nos dieron la noticia que hoy nos hace estar aquí, teníamos que realizar un trabajo, mas bien lo denominarnos «Señor Proyecto»  sobre la atención a la infancia.
Pues bien nos pusimos manos a la obra, nuestra idea era innovar en el campo de los recursos metodológicos, si echamos la vista atrás la educación infantil se trabaja igual desde hace mucho tiempo, van saliendo nuevos recurso y nuevos métodos muy de cuando en cuando, por eso nuestra idea era crear algo novedoso. Estuvimos indagando por Internet, visitamos varios blog, paginas web de escuelas y uniendo de aquí y de allí nos planteamos la posibilidad de crear una mesa de luz multicolor que potenciara y estimulase los diversos desarrollos de los niños y niñas en las escuelas infantiles.
Tras tres largos meses de trabajo continuo y experimentaciones en diversas escuelas donde a la vez realizábamos nuestras practicas, conseguimos llevar a cabo aprendizajes muy interesantes con nuestra mesa de luz.
El martes 11 de junio de 2013 a las 16 h teníamos la exposición del Señor proyecto, los nervios nos recorrían cada milímetro de nuestro cuerpo, la risa nerviosa no nos abandonaba en ningún momento, pero teníamos una cosa muy clara, nuestra pequeña mesa, era algo increíble y lo íbamos a demostrar con o sin nervios, decidimos representar los tres meses de trabajo en una mini actuación, de este modo nos seria mas fácil explicar como nace nuestra idea, como la desarrollamos e incluso como la llevamos a cabo.
Cuando terminamos, nuestro jurado, Mabel, Jose Mª y Marisol, comenzaron a aplaudirnos, los comentarios fueron muy halagadores y el resultado fue un 10 como nota final.
La recompensa por el duro trabajo llego, y lo mejor es cada día al encender la mesa con mis niños, sigo notando ese cosquilleo e inquietud por comenzar la sesión, crear la mesa de luz es una de las cosas que me enorgullece poder decir, yo formo parte de este proyecto junto con dos personas mas, que he de decir que sin el combo de los tres esto solo hubiera sido un sueño y no una realidad como ya lo es.